La imagen es historia

Una palabra silenciosa nos llega a través del momento en que se detuvo un tiempo y el mundo de vivencias penetran a nuestro espíritu abriendo paso a la compresión del pasado.
Con irreverencia podríamos afirmar: la imagen humaniza la historia, ¿no hay más sugerencia en la imagen de una mujer vestida según los gustos de la época que un ordenamiento de antecedentes estadísticos?, ¿no nos habla con mayor elocuencia del pasado el rincón de una calle con sus casas, el tránsito de carruajes y de seres humanos, que una bien lograda narración de la sociedad y sus costumbres?
La imagen tiene alma.
Y esa alma, que corresponde al pasado y al presente de la ciudad de Antofagasta, es lo que pretendemos mostrar a través de estas fotografías de antaño. Para las generaciones mayores pueden significar un recuerdo nostálgico de los tiempos idos. Para los jóvenes, un imperativo que arranca de los años instándolos a construir el futuro.
Nuestra ciudad tiene un poco más de cien años. La primitiva carpa de sacos de Juan López  se ha transformado en un largo e inmenso hogar, que, descansando en los brazos nudosos de la cordillera de la costa, se agita soñando esperanzas.
Cien años: muchos nombres, hombres y situaciones yacen en el silencio del documento, y, a pesar de la pluma maestra de don Isaac Arce Ramírez que nos dejó un soberbio relato del pasado, a nosotros nos corresponde buscar y profundizar, ubicarlo en la raíz del tiempo para encontrar el alma de nuestro pueblo.
El ejemplo de don Isaac nos ha guiado.
Durante tres años hemos acumulado pacientemente los testimonios iconográficos de Antofagasta. Los hemos encontrado en las páginas de diarios y revistas regionales y nacionales, pero más que en ellos, los hemos recibido de muchas antiguas familias de nuestra comunidad, y a quienes no dejaremos nunca de agradecer.
Pensamos con sinceridad que es una pequeña muestra del maravilloso mundo de los cien años de la ciudad, pero no nos sentimos satisfechos con lo que hemos logrado. Esta colección no corresponde al término de un trabajo de investigación iconográfica: es su comienzo.
Lo que entregamos a la consideración de la comunidad antofagastina y de todo el país es la obra de un equipo humano que se ha movido coordinadamente: investigadores, personal técnico en el arte fotográfico, diseñadores y la experta mano del artesano.
Todos hemos trabajado con cariño en esta empresa.