El Aguador

EL AGUADOR          

Las ventanas se abren, y el polvo fatiga las calles sin poner ni prisa ni entusiasmo ni dolor. Le basta con aguardar y exige su derecho a ponerlo todo en el mayor desorden. Entonces, sólo entonces, cuando remolino y polvo se adueñan de las calles, el pregón del aguador invade la ciudad, con su grito húmedo y prolijo, compuesto de una sola palabra: ¡Agua!





Sistema que se empleó en los primeros tiempos de Antofagasta, para la venta de agua potable (condensada). La figura del hombrecito sobre el noble burro y arrastrando un barril lleno de agua, fue una de las escenas más típicas de los pueblos del norte. Las resacadoras, la vertiente de Cerro Moreno y hasta la traída agua desde Copiapó, permitió a los primeros habitantes de ciudad abastecerse del elemental líquido.